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JULIAN FINNEY – GETTY IMAGES SPORT |
Hace un par de años, gracias a TDP, tuvimos la oportunidad de seguir la retransmisión de uno de los primeros partidos ATP de un prometedor jugador búlgaro, Grigor Dimitrov, frente al por aquel entonces top-ten Gilles Simon. Tras un partido absolutamente vibrante y muy vistoso que los espectadores del torneo de Marsella tuvieron la fortuna de presenciar, el jugador francés consiguió llevarse la victoria en el tercer set ante el joven búlgaro de tan sólo 18 años, que daba un aviso de su potencial.
Por aquel entonces, Dimitrov no era más que una promesa que había deslumbrado en el circuito junior con su depurada técnica y una actitud admirable. En el año 2008 consiguió ganar Wimbledon y el US Open en categoría junior, y disputó sus primeros partidos en torneos ATP, ganando incluso uno de ellos en el tie-break del tercer set. En 2009, el joven Dimitrov, cuando aún estaba acostumbrado a moverse por torneos Futures y si acaso Challegers, dio muestras de su verdadero potencial con dos semanas de gran tenis en Rotterdam y Marsella, torneos consecutivos disputados en el mes de febrero para los que consiguió sendas invitaciones.
En la primera ronda de Rotterdam, Dimitrov tuvo la osadía de batir a un jugador arraigado en el circuito, Tomas Berdych. Si bien el checo entonces no era un top-ten consolidado como ahora, la victoria fue a todas luces inesperada y le dio alas para disputar su próximo encuentro. En este partido de segunda ronda, tras solo haber ganado dos partidos ATP, se midió a un tal Rafael Nadal, que venía de conseguir su primer Grand Slam en pista dura en el Open de Australia, tras ganar a Verdasco en semis y a Federer en la final en sendos épicos duelos a cinco sets. Pues bien, a Nadal no pudo doblegarlo, pero consiguió arrancarle un set y exhibir un juego brillante capaz de poner en jaque al número uno del mundo. Casi nada. La semana siguiente recibió una invitación para Marsella y jugó el partido que mencionaba ante Simon.
Los que descubrimos entonces a Dimitrov nos quedamos prendados por su brillante juego, muy elegante, cuyo revés a una mano era casi un calco al de Roger Federer. Se esperaban grandes cosas de él, pero, sus mayores logros se limitaban a aquellas dos semanas de febrero de 2009. Su trayectoria en los dos años siguientes había sido un galimatías de irregularidad que hacían presagiarle un futuro incierto: tan solo ganó dos partidos ATP en 20 meses, eso sí, ambos en Queen's, sobre hierba, su superficie predilecta. Llegó a contratar como entrenador –sin resultados aparentes– al ex-técnico de Roger Federer, Peter Lundgren. Pero las comparaciones con el suizo, su ídolo, le quedaban grandes.
Sin embargo, parece que este año 2011 le ha llegado la irrupción definitiva como tenista. Por fin se ha metido entre los 100 primeros, y actualmente ocupa la posición número 57 en el ránking de individuales. Ha conseguido llegar a los cuartos de final en dos torneos ATP: Munich e Eastbourne, uno sobre tierra y otro sobre hierba, lo que da a entender que su juego pregresa y, además, se adapta a todas las superficies. Sus victorias en torneos ATP han dejado de ser eventuales y ya no pueden contarse, como antes, con los dedos de una mano. Habrá que dejarle madurar y crecer como tenista sin perderlo de vista y, por otra parte, se agradecen incoporaciones de tenistas técnicamente tan exquisitos al circuito profesional. Todavía tiene mucho más potencial para exprimir pero ahora, por fin, parece que esta promesa, al contrario que tantas otras, no se va a quedar en el camino.
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BEN STANSALL – AFP/GI |